Tal vez fue este deseo de comprensión conceptual lo que hizo a Gauss reacio a publicar, el hecho de que más y más «dudara de la verdad de la geometría», como él decía. Pues si hubiera una geometría lógicamente consistente que difiere de la de Euclides sólo porque hace un supuesto diferente sobre el comportamiento de las líneas paralelas, también podría aplicarse al espacio físico, y así la verdad de la geometría (euclidiana) ya no se podría asegurar a priori, como había pensado Kant.
Las investigaciones de Gauss sobre la nueva geometría llegaron más lejos de lo que cualquier otra persona pudiera lograr, pero él no las publicó. El honor de ser los primeros en proclamar la existencia de una nueva geometría pertenece a otros dos matemáticos, que lo hicieron a finales de la década de 1820: Nicolay Ivanovich Lobachevsky en Rusia y János Bolyai en Hungría. Debido a que las similitudes en el trabajo de estos dos hombres son muy superiores a las diferencias, es conveniente describir su trabajo simultáneamente.

Lobachevsky
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János Bolyai
Los dos hombres hicieron una suposición sobre líneas paralelas que difería de la de Euclides y procedieron a extraer sus consecuencias. Esta forma de trabajar no puede garantizar la consistencia de los hallazgos de uno u otro, por lo que, en sentido estricto, no pudieron demostrar la existencia de una nueva geometría de esta manera. Ambos describieron un espacio tridimensional diferente del espacio euclidiano apoyando sus hallazgos en el idioma de la trigonometría. Las fórmulas que obtuvieron fueron análogos exactos de las fórmulas que describen a triángulos dibujados en la superficie de una esfera, con las funciones trigonométricas habituales sustituidas por las de la trigonometría hiperbólica. Las funciones coseno hiperbólico, escrito cosh, y seno hiperbólico, escrito sinh, se definen como sigue:
Se llaman hiperbólicas debido a su uso en la descripción de la hipérbola. Sus nombres se derivan de la evidente analogía con las funciones trigonométricas, que Euler demostró satisfacen estas ecuaciones:
Los dos hombres observaron que se había convertido en una cuestión empírica determinar la naturaleza del espacio; Lobachevsky, incluso llegó tan lejos como para llevar a cabo observaciones astronómicas, aunque éstas no fueron concluyentes.
El trabajo de Bolyai y Lobachevsky fue mal recibido. Gauss respaldó lo que habían hecho, pero con tal discreción que la mayoría de los matemáticos no averiguaron su verdadera opinión sobre el tema hasta que murió. El principal obstáculo que enfrentó cada uno fue sin duda la naturaleza impactante de su descubrimiento. Era más fácil, y en consonancia con 2.000 años de tradición, continuar creyendo que la geometría euclidiana era correcta, y que Bolyai y Lobachevsky había ido a alguna parte por mal camino, al igual que muchos un investigador delante de ellos.
El giro hacia la aceptación se produjo en la década de 1860, después de que Bolyai y Lobachevsky habían muerto. El matemático italiano Eugenio Beltrami decidió investigar el trabajo de Lobachevsky para ubicarlo, si eraposible, en el contexto de la geometría diferencial como había sido redefinida por Gauss. Por lo tanto, se movió independientemente en la dirección ya tomada por Bernhard Riemann. Beltrami investigó la superficie de curvatura negativa constante y encontró que en una superficie tal los triángulos obedecen las fórmulas de la trigonometría hiperbólica que Lobachevsky había descubierto apropiadas a su forma de geometría no euclidiana. Por lo tanto, Beltrami dio la primera descripción rigurosa de una geometría distinta de la de Euclides. La perspectiva de Beltrami sobre la superficie de curvatura negativa constante era ingeniosa. Dijo que era una superficie abstracta que podía describirse mediante la elaboración de mapas, tanto como se podía describir una esfera por medio de las páginas de un atlas geográfico. No afirmaba haber construido la superficie incrustada en el espacio euclidiano bidimensional; David Hilbert más tarde mostró que no se podía hacer.