Una función compleja es una regla que asigna a un número complejo
un número complejo imagen
. Con el fin de investigar estas funciones es esencial que seamos capaces de visualizarlas. Existen varios métodos para hacer esto, pero por el momento nos centraremos casi exclusivamente en el método introducido en las entradas anteriores. Es decir, vamos a ver a
y a su imagen
como puntos en el plano complejo, de modo que
se convierte en una transformación del plano.
Por convención, los puntos imagen se dibujan en una copia nueva de
, llamada el plano imagen o el plano
. Esta convención se ilustra en la Figura 1, que representa la transformación que aplica
.

Figura 1
Por lo general, las partes real e imaginaria de se denotan con
e
, y las del punto imagen
se denotan con
y
, de modo que
, donde
y
son funciones reales de
. Las formas precisas de estas funciones dependerán de si describimos
con coordenadas cartesianas o polares. Por ejemplo, escribiendo
en el ejemplo anterior resulta
mientras que escribiendo y
tenemos
Por supuesto, también podemos escribir el plano en coordenadas polares de modo que
, donde
y
son funciones reales de
. Considerando el ejemplo anterior tenemos
Veremos que podremos lograr una considerable luz respecto de la performance de la función si dibujamos su efecto sobre puntos, curvas y distintas figuras. Sin embargo, sería bueno si pudieramos simultáneamente captar el comportamiento de
para todos los valores de
. Un método para alcanzar este objetivo es representar a
a través de su campo vectorial, donde
se dibuja como un vector que va desde el punto
hacia el punto
. Pero dejaremos esto para más adelante.
Y si graficamos como siempre?
Otros métodos para visualizar funciones se basan en la idea de grafo. En el caso de una función real de una variable real
estamos acostumbrados a la conveniencia de visualizar la conducta completa de
mediante su grafo, es decir, la curva en el plano bidimensional
configurada por los puntos
. En el caso de una función compleja este acercamiento no parece posible dado que para representar el par de números complejos
necesitaríamos contar con cuatro dimensiones: dos para
y dos para
.
En realidad, la situación no es tan desesperante como parece. En primer lugar debemos notar que aunque se necesita un espacio bidimensional para dibujar el grafo de una función real , el grafo en sí [el conjunto de puntos
] es tan sólo una curva unidimensional, lo que signifca que sólo se necesita un número real (digamos
) para identificar cada punto dentro de ella. De la misma manera, aunque se necesita un espacio de cuatro dimensiones para dibujar el conjunto de puntos con coordenadas
, el grafo en sí mismo es bidimensional, lo que significa que sólo se necesitan dos números reales (digamos
e
) para identificar cada punto en él. Así, intrínsecamente, el grafo de una función compleja es simplemente una superficie bidimensional (también conocida como superficie de Riemann), y es por tanto suceptible de ser visualizada en el espacio ordinario tridimensional. Este enfoque es particularmente interesante y en un futuro se espera abordarlo en este sitio.
Pero también hay otra salida…
Existe otro tipo de grafo de una función compleja que es útil en muchas ocasiones. La imagen de un punto
puede ser descrita mediante su distancia
desde el origen, y el ángulo
que forma con el eje real. Vamos a descartar la mitad de esta información (el ángulo) y trataremos de describir cómo el módulo
varía con
.
Para ello, imaginemos el plano complejo viviendo horizontalmente en el espacio, y construyamos un punto de altura
verticalmente sobre cada punto
en el plano, produciendo así una superficie conocida como superficie modular de
. La Figura 2 ilustra la superficie modular cónica de la función
, mientras que la Figura 3 ilustra la superficie modular paraboloide de
.
Como vemos, existen varias alternativas para intentar comprender el comportamiento de una función compleja. Ahondaremos en ello en sucesivas entradas.
Fuente bibliográfica:
- Tristan Needham (1997) Visual Complex Analysis. Oxford University Press