En la entrada anterior hemos explorado la solución de la ecuación cúbica reducida propuesta por del Ferro.
La historia de la cúbica ahora toma un escabroso camino. Como era la tradición en esos días, del Ferro mantuvo en secreto su solución. Lo hizo porque, a diferencia de los matemáticos académicos de hoy que disfrutan de difundir sus logros en revistas especializadas, páginas web y hasta redes sociales, del Ferro y sus colegas eran más como hombres de negocios que trabajan de forma independiente. Se ganaban su sustento desafiándose unos a otros en concursos públicos de resolución de problemas, y el ganador se llevaba todo el dinero del premio, desde luego la «gloria» del triunfo, y con suerte el apoyo y admiración de algunos ricos mecenas. Las posibilidades de ganar uno de estos concursos se veían favorecidas por el conocimiento de cómo resolver problemas que otros no podían, por lo que el secreto era el estilo de la época.
El propio del Ferro casi llevó a su tumba el secreto de cómo resolver cúbicas reducidas, contándoselo como máximo a sólo un pequeño número de amigos cercanos. En su lecho de muerte, se lo dijo una vez más a su discípulo Antonio María Fior. Para Fior, que no era particularmente un buen matemático, este conocimiento era un arma formidable y así, en 1535, desafió a un matemático mucho más conocido e infinitamente más capaz, Niccolo Fontana. Fontana había captado la atención de Fior a raíz de unas declaraciones en las que afirmaba ser capaz de resolver las cúbicas de la forma . Fior pensó que Fontana estaba alardeando, y que en realidad no tenía ninguna solución de este tipo, por lo que lo vio como la víctima perfecta, lista para su desplume en un concurso público.
Fontana, más conocido hoy en día como Tartaglia («el tartamudo») debido a un defecto del habla causado por una terrible herida de espada en la mandíbula que recibió de un soldado invasor francés cuando tenía doce años, sospechaba que Fior había recibido el secreto de la cúbica reducida de del Ferro. Ante el temor por tales cúbicas y su falta de conocimiento sobre cómo resolverlas, Tartaglia se lanzó con un tremendo esfuerzo en la solución de la cúbica reducida, logrando por sí mismo descubrir la solución de del Ferro para la cúbica . El descubrimiento de Tartaglia, combinado con su habilidad para realmente resolver
(él no había estado alardeando), le permitió finalmente derrotar a Fior. Cada uno propuso al otro treinta problemas: mientras que Fior no pudo resolver ninguno de los de Tartaglia, éste resolvió todos los de Fior.
En la próxima entrada exploraremos la solución de la cúbica general.
Fuente bibliográfica:
- Paul J. Nahin (1998) An Imaginary Tale. Princeton University Press
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